domingo, 18 de enero de 2009

Julián



Imagen tomada de www.ounae.com.

El relato titulado “Julián” es el típico que se envía a esos concursos que, algunas webs literarias, realizan para su autopromoción. De uno a otro cambio algunos detalles para explicar de forma breve como se realiza, la publicación de un relato, en esa web. El primero fue dedicado a www.tusrelatos.com, aquí se lo dedicaré a este blog… y, cómo no, a vosotros, mis lectores, pero a vosotros os los dedico siempre aunque no lo diga ¿Por qué que hay más importante para un blog que sus lectores?

Julián pretende ser una historia tierna y con sentido del humor a la vez, pero, por alguna razón que desconozco, nunca es tenida en cuenta. Tal vez vosotros podáis ayudarme a averiguar qué es lo que falla en este relato.

Julián

Tengo un osito de peluche que se llama Julián.

No, no soy un niño. Los cuarenta ya no los cumplo y, aunque generalmente me da vergüenza reconocerlo, es importante que sepáis que Julián me habla.

Julián siempre empieza a conversar de la misma manera:

--Los bosques están desapareciendo por culpa de los malos escritores.

Cuando Julián dice eso un papel en blanco está sobre mi escritorio y un montón de bolas de papel desborda la papelera. Por ello, herido, me enfado:

--Eso no es cierto.

Y acompaño mi respuesta de una mirada al centenar de carpetas llenas de textos que reposan sobre el armario.

--¿A eso le llamas, tú, bueno?

Llegado este punto ya pongo en duda el hecho de que Julián hable, porque si de verdad soy un mal escritor y lo que hay encima del armario no vale nada, es, o bien que no tengo imaginación, en cuyo caso Julián no existe, o bien escribo fatal, en cuyo caso poco importa que Julián exista o no.

Miro a Julián a los ojos y él inmóvil calla. Es entonces cuando recuerdo cuando llevé a editar mi primera novela. De eso hace ocho años ya y no he tenido respuesta. Bueno, sí, hay una novela muy famosa, de un escritor muy famoso que ganó un premio muy importante y que se parece mucho.

Vuelvo a mirar a Julián... nada.

Cómo va a publicar nadie una novela que algunos años después será un plagio.

Julián parece sonreír.

Era un adolescente cuando mi profesora de literatura castellana me acompañó a una editorial para enseñar mis poemas y se rieron de ambos.

No levanto la mirada, pero escucho como Julián se ríe también.

Espero unos segundos y miro a Julián de reojo y sonrío. Pongo a un lado la hoja de papel. Extraigo el teclado del ordenador de debajo de la mesa y enciendo.

Julián se ha callado y observa con atención.

El PC termina de encenderse, activo el “WordPad” (bueno, ahora ya puedo decir el Word, que el Office me ha costado una pasta, pero al fin he dejado de ser un pirata) y empiezo a escribir.

Julián calla.

Durante media hora doy rienda suelta a mi limitada imaginación. Ahora abro el “Internet Explorer”... pongo la dirección de mi blog para publicar: "neokhamy.blogspot.com". Me meto en acceder, introduzco unas claves, abro publicar, título... “copy & paste”... ¡y ya está publicado en “El Mago pragmático"!

Julián sigue inmóvil.

Esta vez no he gastado papel, de hecho también estoy guardando mi obra en un archivo del disco duro del PC. Pero lo mejor de todo es que seguro que en este momento ya están leyéndolo otras personas.

Tengo la tentación de reírme de Julián, pero llega mi hijo pequeño y se lo lleva cogido de la oreja para iniciar una sesión de boxeo infantil y creo que hoy le acompañaré.

Prepárate Julián que hoy me toca reír a mí.

3 comentarios:

Andreu Romero dijo...

"Oigo voces, me dicen que queme cosas" -Ralph Wigum. xD
No te preocupes, no son los escritores los que acaban con los bosques: son las oficinas. Veo el papel que se malgasta en esos rediles y se me caen las lágrimas. Trabajé durante dos años en una papelería, y nos llegaba una tonelada (sin exagerar) de cajas de A4 a la semana. Todas, todas, para oficinas. Y esos clientes eran tan fieles como un yonki.
Un drama, de verdad. Yo no sé si palia algo la era digital, pero me da que casi nada.

Anónimo dijo...

Tu hablas con Julián y yo soy una ballena que a veces habla con los humanos.
Creo que cumple con creces sus funciones de ternura y explicativas.
Empiezo a pensar si las ballenas tendremos algún peluche para jugar que no sea humano. ¡Uhm!
Ahora en serio, me ha encantado.
Un abrazote tierno, Vicente.

David López-Cepero dijo...

Bueno, creo que le estás dando coba al osito, porque ahora hay más gente leyendo tus relatos, y no tienen que terminar arrugados en el suelo (porque la puntería siempre falla)

Creo que Julián va a tener que cambiar su actitud contigo, o terminará dando un paseo en la centrifugadora, je, je...

Muy divertido. Saludos desde el sur de España