domingo, 14 de julio de 2013

Superman: el hombre de acero


Como la gran mayoría de los varones de mi época era forofo a los comics. Por aquel entonces el rey era ya Mortadelo y Filemón, sin embargo ya calaba Marvel y empezaban a llegar, a través de Nóvaro, algunos de los superhéroes de DC Comics. Rápidamente Supermán capturó la atención de la mayoría de jóvenes de la época y recuerdo que mi gran tesoro era un álbum doble denominado “El origen de Superman”. Lo conservé con enorme mimo, pero al volver del servicio militar había desaparecido. Dado el cariño que profesaba a aquel comic fue algo que me entristeció bastante, pero aún tengo gravadas en mi mente cada una de sus viñetas.
Algo que me ayudó mucho a conservar aquella imagen fue la película de 1978 (1979 en España) “Superman” con Chistopher Reeve, entonces un desconocido, como protagonista. La película, con lo mejor de los efectos especiales de la época, era realmente fiel al comic, pero lo verdaderamente impactante fue la banda sonora de John Williams. Recuerdo como a la salida del recientemente desaparecido cine Urgell tenía la extraña sensación de que podía volar, pero lo más increíble de todo es que la parte más importante de su banda sonora se me había grabado en la memoria. Hasta los títulos se habían convertido en algo llamativo y fascinante.
Con aquella presentación, el actor protagonista, Reeve, pasó a ser muy famoso, pero él mismo se dio cuenta muy pronto que podía quedar encasillado como supermán para siempre. Su extremo parecido con el dibujo de los años 70 (que había eliminado la exagerada barbilla de décadas anteriores) y sobre todo el ricito característico de su frente, no le ayudo como actor drámatico, pero puso un sello imposible de quitar a lo que significa la imagen cinematográfica de Superman.
Dos décadas después, con una idea de lo que es el cine muy diferente, apareció “Superman Returns” en 2006. La idea no estaba mal del todo y, hasta cierto punto no se salía de la idea original del comic. Es más, tenía unos soberbios efectos especiales que, además, no eran todo lo cargantes que acostumbran a ser en el cine actual, pero fracasó. Fracasó porque perdía las ideas más importantes que tenían los Superman originales: la luz y el optimismo. “Superman Returns” era una película demasiado oscura y con ello perdía la esencia del personaje.
Bien, pues con los antecedentes que ya he contado y muy poca convicción en lo que iba a ver, ayer fui a ver “El hombre de acero”. Y, como suele ocurrir cuando piensas que algo va ser muy malo, me sorprendí en sentido contrario. “El hombre de acero” es una película distraída, incluso puedo decir que es buena, pero perdónenme si les digo que no es “Superman”. No solo porque han mezclado el relato de Superman y Superman II, pero cambiándolo todo, sino, sobre todo, porque han remasterizado aquel alegre traje de azul y rojo hortera, por una tela de alta tecnología alienígena que recuerda más a al negro de Batman que al original de este superhéroe. A alguien se le ocurrió decir que buscaban un súperman más veraz… ¿Verdad que hace risa eso de hacer veraz a un superhéroe alienígena? Lo cierto es que la falta de fidelidad al comic no es agradable para los fans ni para los frikys del personaje.
En el sentido positivo decir que en muchas tomas el actor Henry Cavill intenta parecerse al Superman de Reeve, pero sin la mandíbula cuadrada del primero. Las escenas de Krypton son realmente buenas, con una gran actuación de Russell Crown, a pesar de lo poco convincente del rol que se le atribuye; aunque el mejor, sin duda, es el malo, Michael Shanon, el general Zod.
Las dos cosas que más se echan en falta de esta película, a pesar de lo ya contado, son la maldad humana encarnada en la astucia Lex Luthor. Aquí los alienígenas van de demasiado sobrados y da para unos efectos especiales fascinantes (el primer cuarto de hora, después ya producen jaqueca) pero le quitan retorcimiento y gracia al guión.  La segunda es la música. Porque no dudo que Hans Zimmer le dé un carácter muy épico a la película con su banda sonora. De hecho, de tan épico, llegué a pensar que estaba viendo un film sobre el desembarco de Normandía en lugar de una película de superhéroes de comic. Sin ninguna fanfarria pegadiza que pueda definir al personaje esta película, como otras, está sentenciada a pasar al olvido.
Finalmente hay cosas, frases, que no se pueden aceptar en un film que aspira a algo más que recuperar lo invertido con la recaudación en taquilla. Frases como “está hecho de elemento que no está en la tabla periódica” o “me siento tan americano como el que más”, sin duda pasarán a formar parte de las burlas cinematográficas, como el “Me llamo Murphy” de Robocop o el “no me siento las piernas” de Rambo.
Una pena, porque han tenido los medios y la oportunidad, pero “El hombre de acero”, aunque sea una aceptable película, no podrá pasar a la historia del cine por méritos propios. Es el riesgo que corren todos los remakes.