martes, 13 de julio de 2010

El sentimiento de un pueblo.

Villarriba y Villabajo se han unido en un solo pueblo, Villaenmedio, para poder usar el mismo detergente mágico (en inglés, claro). Parece que todo es muy idílico porque han encontrado una paellera lo bastante grande para todos. Pero, mira tú por dónde, que a una de las zonas más importantes de Villarriba, la que más dinero aporta a las fiestas, nunca le gusto la paella. Ellos siempre comían pizza, pero ahora, con unas paellas tan descomunales, no les queda sitio para sus tradicionales pizzas. Ellos habían pedido que, aunque se aumentara la paellera, se les dejara un huequecito para su pizza. Sin embargo, “el tribunal de tradiciones para la unión de las villas” (órgano supremo de la nueva población), ha determinado que comer pizza en las fiestas de Villaenmedio atenta contra la unidad de la nueva “Villa”. Además, los pizzeros no usan el detergente estipulado y eso es inconstitucional.

Parece ser que al presidente de los pizzeros, como a muchos otros, el arroz le provoca arcadas, por esa razón, un grupo de “constitucionalistas” de Villabajo ha realizado un video con un discurso de Adolf Hitler poniéndole la cara del pizzero mayor y la reparten por toda Villaenmedio como jocoso argumento del extremismo de “ese grupo anticonstitucional”.

Finalmente, como era de esperar, se radicalizan las posiciones y muchos ciudadanos de Villarriba piden la escisión de Villapizza de Villaenmedio.

Va a ser muy difícil conseguir la independencia, pero siempre puede ocurrir que aparezca una nueva marca de detergentes capaz de dejar como una patena los utensilios de elaborar pizzas… ¿Qué será entonces de la paella?

Ayer Villabajo y Villarriba eran pobres pero felices. Mañana Villaenmedio y Villapizza puede que también lo sean. Pero está claro que hoy no hay felicidad en Villaenmedio porque los que cortan o reparten el bacalao (o la paella en este caso) son intolerantes e inflexibles con las diferencias.

“Imagen sacada de http://descargasargentina.com para que nadie se ofenda”.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre se puede buscar un "cuarto camino" que en este caso sería que cada individuo se acerque a la plaza del pueblo con un bocata de aquello que más le guste y se siente tranquilamente a zampar con la mayor tranquilidad del mundo. Eso además evitaría el gasto superfluo de las pelas del detergente.
Un saludo.

Martikka dijo...

No está mal la solución de Luis, pero el problema es que los tribunales están por enmedio, y la bandera "una, grande y libre" parece que vuelve a esgrimirse sin sonrojos. Harán falta muchos Fairies para limpiar la paellera...

vhonkhamy dijo...

El título es "el sentimiento de un pueblo" por una razón. Este no es un tema que se pueda solucionar de una forma racional, ni sencilla.
He intentado desmontar todos los nexos con la realidad y reducirlo a sus exponentes más esquemáticos. Tal vez aún pudiera haber sido más simple, pero no hubiera tenido ninguna historia que contar.
Por un lado hay un grupo de personas que quieren ser, que siempre lograron ser a pesar de las dificultades y encima apoyaron a los demás para que también pudiesen ser ellos mismos, pero un buen día se decide que hay libertad y el primer acto de libertad establecido es el de poder ser ellos mismos. Alguien decide que si no puede ser dentro tendrán que ser fuera. Tal vez el tema de ser fuera siempre estuvo ahí, pero ahora tiene más razones que nunca.
No es una cuestión de lenguas, ni de comidas; no es una cuestión de historia ni de jabones. Tampoco es una cuestión de legalidades, sólo es una cuestión de sentimientos y hoy hay algunos tan heridos que empiezan a pensar en cuestiones de legalidades.
Puede parecer muy simple hablar de una comida y un detergente, pero lo que importa no es la razón (todo el mundo la tiene), si no el sentimiento, el herido y el hiriente.