miércoles, 6 de octubre de 2010

Incivismo, vandalismo y políticos varios


Estoy un poco cansado de la gente, en general, de este país. No es concretamente el incivismo, el vandalismo o el alelamiento, sino el morro que tienen.

Me explico. Cuando pillas a alguien con las manos en la masa, dejando defecar a su chucho impunemente en la acera e intentando darse el piro sin recogerlo, envistiendo con la bicicleta a los transeúntes o simplemente tirando un papel al suelo, la respuesta siempre es la misma: insultar, vilipendia, amenazar e incluso, en algún que otro caso, intentar agredir al ciudadano que está advirtiéndole de su falta. Y no vaya a creer que el ciudadano que hace de Pepe Grillo tiene que ser necesariamente agresivo en su protesta. Puede llamarse al orden con toda la cortesía y delicadeza que uno pueda llegarse a imaginar que el infractor responderá mayoritariamente haciendo una defensa numantina de su inapropiada causa. Y lo que es peor, en un porcentaje tristemente alto, no tendrá tanta delicadeza con la persona que pretende llamarle al orden.

Créanme si les digo que esto no es cuestión de edades, no hay diferencias en ese punto. Claro que en los últimos años la cosa ha podido empeorar con los ejemplos televisivos que nos reinan.

Cuando veo en los noticiarios los informes sobre actuaciones policiales en supuestos casos de corrupción, creo que los acusados saldrán rápidamente a intentar demostrar su inocencia… ¡iluso!

Cuando se levanta la liebre sobre un más que presunto caso de corrupción, lo primero que hacen esos políticos es tender una cortina de humo. Estoy harto de ver a la Cospedal lanzando sus andanadas contra el gobierno, la prensa y la madre que los parió a todos, pretendiendo que una investigación de posible robo a toda la ciudadanía pase como una persecución política… precisamente ellos. Estoy harto de ver como abusan de artimañas de película para cargarse pruebas más que lícitas (aún a costa de que luego puedan aprovechar sus tretas otros delincuentes comunes y terroristas). Tretas que implican a grupos de probada ideología antidemocrática, jueces y fiscales sospechosos, y eliminación de funcionarios que no les son afines con un dominio de poderes no vistos desde tiempos de Al Capone. Por supuesto, todo esto lo hacen bien a la vista y cabrea, pero aún enfurece más ver cómo queda como algo legal gracias al potencial de todo este aparato antidemocrático.

Así vemos como políticos de dudosa honradez como quedan libres y siguen manejando el dinero de todos los españoles con total impunidad.

Eso es incivismo, eso es vandalismo. Después podemos ver como un joven encapuchado revienta el cristal de una tienda aprovechando la manifestación que circula a dos metros de él, pero debajo de la capucha, además de ese individuo están todos los políticos corruptos, los jueces, fiscales, abogados, inspectores de hacienda, etcétera, que han hecho la vista gorda, la señora que abandona los regalitos de su perro, al ciclista que hace eslalon por las aceras, el motorista que arranca cuando empieza a parpadear el verde de los peatones, los padres que pasan un semáforo en rojo con sus hijos, el tipejo que fuma en el ascensor, el imbécil que llena de adhesivos de cerrajeros las persianas de la calle, la puerca que deja caer mondas de patata al patio de luces, el borrachín del sábado que se mea en la esquina, el chorras que no sabe ni hablar dos palabras sin decir un taco y le saca la correa a su chucho criminal en medio del parque infantil, el psudoperiodista de turno que aprovecha telefacha para lanzar sus mensajes llenos de rencor visceral y medias verdades asfixiantes…

Cuando el vándalo se quita la máscara todos quieren acusarle con el dedo, pero es que aquí las piedras no las lanzan los inocentes, sino aquellos que tienen más fuerzas. Y al lanzarla piensan: “una piedra menos”.

Imágenes tomadas de www.elpais.es

3 comentarios:

RAMON MUNTAN dijo...

Muy buena reflexión.

Hace unos años te hubiera comentado que no todo está perdido, pero a día de hoy, con una sociedad que permite un 30% de fracaso escolar (porcentaje de quienes no acaban cursando ni los estudios obligatorios), un 20% de paro, una inmigración, legal o ilegal ( para mí todo el mundo es legal mientras no delinca) a la que no se le exige un mínimo esfuerzo de integración en la cultura que le acoje, que ha abandonado la cultura del esfuerzo para permitir que los alumnos insulten y agredan a los profesores en las aulas, que no exige una experiencia mínima a quienes se quieran dedicar a la política, encontrándonos concejales y concejalas de veinte años todavía ( y en el mejor de los casos) cursando estudios universitarios...

Con este panorama, lo normal es que nuestra cultura se vaya degradando hasta los límites en los que nos encontramos, y mucho me temo que no hayamos tocado fondo.

David Gómez Hidalgo dijo...

Gran reflexión.

Creo que estoy de acuerdo con los dos, aunque me ha sonado un poco mal, lo de permitir un 30% de fracaso escolar. ¿Quién lo permite?
Supongo que se refiere a los padres, ya que los que los maestros y profesores están "amenazados" por el "conseller" de no que no suspendan a nadie, y como consecuencia, bajar el nivel. Y así nos va la cosa.

Lo que nos está haciendo más daño es la cultura del mínimo esfuerzo. Por suerte aún quedan luchadores que exigen lo que se ha de exigir, aunque venga el inspector de turno y le tire de las orejas por los suspensos.
Oye, que si quieren una tómbola que se la monten ellos.
¿Fracaso escolar? Poco es un 30%, y te lo digo muy en serio.

Saludos.

vhonkhamy dijo...

Dicen que los políticos son el fiel reflejo de la sociedad a la que representan, pero... ¿y si fuese al revés?
Hace muchos años que vengo diciendo que hace falta más inversión en educación, pero hay a quien no le interesa.
Seguro que con esto muchos pensarán que soy de los que piensa en las famosas teorías conspirativas, pero es que dos y dos... acostumbran a ser cuatro, por lo menos cuando no hablamos de las cuentas de según quién.
Gracias por vuestros comentarios en este artículo que, en principio, estaba destinado a otro blog. Pero cuando lo colgué, por error, en este, me di cuenta que no desentonaba demasiado con el estilo de este, así que lo dejé.