sábado, 26 de febrero de 2011

Reforma laboral

Furcias, bujarrones y chaperos, se han sublevado en el lupanar del reino. Sus agriadas manos, bajo el aroma del dinero, se han disparado a los cielos cual insignes látigos de acero. El mercado ha muerto.

Los orgasmos ya no tienen precio. Los fluidos son ahora de sangre; los jadeos, estertores, y el dinero… El dinero siempre es dinero, ni blanco, ni negro; verde, que nunca honesto.

Y en el horizonte los ecos de otros pueblos más listos que abren sus corazones al hambre, mientras los nuestros se arrodillan ante el drama malhablado de una casa ajena y exhibicionista.

Las putas lucen los sombreros de copa mientras los eunucos obreros, uno a uno, caen al suelo con los jugos exprimidos. Y sobre sus cuerpos se yerguen las putas, y sonríen. Se miran y la sonrisa se hace carcajada infernal y las letras que coronan los altos rascacielos reordenan sus palabras: “ABANDONAD TODA ESPERANZA”.

Entre tanto las oficinas de empleo, invadidas ahora por cuerpos deformes que un día tuvieron cerebro, exhiben su nuevo eslogan en letras de neón: “EL TRABAJO OS HARÁ LIBRES”.