Un hombre sabio decía que en este mundo no
obtenemos lo que verdaderamente deseamos, sino que, solo si tenemos suerte,
tenemos aquello con lo que nos conformamos. Tal vez nos iría mejor si nos
dedicáramos a buscar la felicidad ajena, solo así podríamos acceder a nuestros
mejores deseos.
Pero hace ya mucho tiempo que los hombres
sabios no visitan la Tierra. Nos gobiernan mediocres bajo los hilos de la pura
avaricia en el nombre de ideales inexistentes y fes vacías de humanidad. Así el
opulento festín de unos pocos ha convertido al resto del planeta en el hogar de
los miserables.
Entre la sabiduría desaparecida y un futuro
descorazonador, vuelve a surgir una luz que ilumina el camino. Un camino difícil
y lleno de piedras y mayores sufrimientos de los que promete un sistema
corrompido y que muchos quieren ignorar que nunca cumplirá. Como hace dos mil
años, esa luz se opone al poder sin oponerse en realidad, esa luz se presenta
ante los jefes de todas las religiones y les fustiga con una verdad que va mucho
más allá de la fe. La luz coge la moneda de cambio y se la entrega al rico
mientras recita una frase olvidada: “Al César lo que es del César, y a Dios lo
que es de Dios”.
¿Si Dios está en todas partes, porque se
erigió el templo de Salomón, la Ciudad del Vaticano, la Kaaba…? Si Dios está en
todas partes solo necesita de un templo: el propio hombre. Poco importa que ese
hombre sea cristiano, judío, musulmán, hinduista, budista, ateo… Todo hombre
tiene la obligación de lleva la felicidad allá donde vaya. Pero nos hemos
olvidado de todo lo que importa de verdad y hacemos caso de los banqueros, de
Papas y Popes, de imanes, de rabinos, de sacerdotes de todas las religiones, de
libros escritos cuando los hombres aún no eran hombres, del oro y del dinero,
de políticos aburridos… hacemos caso a todo y nos olvidamos de esa vocecita de
cordura que sale de nuestro interior y nos dice que miremos a la luz.
Pero cuando la esperanza se ahoga en la
oscuridad, la luz cobra más fuerza y las gentes quieren explicar de dónde sale,
mientras los súbditos del poder la acusan de todos los males. La luz pide
justicia y recuerda que el hombre debe trabajar para la felicidad de todos,
mientras el sistema protege a los poderosos, que se hacen más poderosos, aún a
costa de miles de vidas.
En Egipto la luz venció a la dictadura, pero
el sistema contraatacó con la fe… la lucha continua. En Libia la luz venció al
tirano, pero el capital contraataco… la lucha continua. En Túnez la luz expulsó
a la corrupción y viven un periodo de esperanza. En Islandia la luz venció y
ahora siguen su duro camino, pero ahora saben a dónde van porque el camino está
iluminado. Pero la oscuridad aún se cierne sobre Portugal, Italia, Grecia y
España. Donde el capital, la religión y sus siervos se hicieron más poderosos,
la luz es negada y denominada radical. Para los sicarios del mal no es radical
que miles de familias se queden sin medios de subsistencia, sin educación, sin
sanidad, sin libertad y sean expulsados de sus casas. Y cuando llenos de
desesperanza las personas se tiran a las vías del metro o del tren, o saltan al
vacío desde un quinto piso, se pegan un tiro… ni una lágrima, ni un pequeño
sentimiento de tristeza, de solidaridad, de remordimiento. Y entre tanto, la
iglesia que nos habla de caridad, de bondad y de buenos sentimientos, se
muestra inmune a lo que pasa y se lleva, insolidariamente, miles de millones
bajo La Roca. Un dinero que hubiera podido frenar ese desastre, pero no
contenta, sus hombres más radicales (el Opus) se sitúan en los lugares
estratégicos para cazar al vuelo todas las oportunidades que la miseria del
pueblo les ofrece.
Pero también aquí, donde la lucha parece que
solo ha servido para que los siervos del poder se muestren más hostiles, la luz
empezó a brillar y empieza a alimentar cada vez más corazones. De poco les servirá
que les tachen a ellos, que solo quieren lo que es justo, de radicales.
“No hagáis huelga porque solo empeorareis la
situación económica”. Y eso de qué nos servirá cuando no tengamos techo ni
comida con que alimentar a nuestros hijos… de que les sirve a los que ya han
llegado a esa situación. Como decía la hermana Teresa Forcades (monja, médico y teóloga): “¿Por qué no hay
una Huelga General Indefinida hasta que caigan los poderes establecidos?”. La
pregunta, sin embargo, debería ser: “¿Por qué los sindicatos se empeñan en
dejarnos desangrar poco a poco y perder la fuerza sin reaccionar?” Pero esta
vez sí sé la respuesta: porque están dentro de un sistema corrupto y no son
capaces de ver cuál es el camino para solucionar el problema… de hecho son
incapaces de ver cuál es el verdadero problema y por ello se han convertido en
parte de él.
Pero la luz brilla en nuestros corazones y nos
vuelve solidarios. No temáis porque os llamen insolidarios. Desenchufad vuestra
mente de la caja tonta y no sintáis culpa, porque no os liberareis de ella en esta Navidad dando miles de euros a
las causas solidarias. Eso está muy bien, pero escuchad vuestra luz y os
llevara con las PAH (Plataformas de Afectados por las Hipotecas) y salvad a una
familia del desahucio, con los yayoflautas, la asociación de afectados por las
preferenciales, la marea verde, la marea blanca, la marea azul, con aquel niño
que llora en un rincón porque lo ha perdido todo y aún no lo entiende… ofreced
vuestros cuerpos y vuestras almas al sentimiento de libertad, de justicia, de
amor y de paz que, según reza la tradición, nos desveló un niño en el portal de
Belén hace 2012 o 2013 (qué más da).
Ya no quedan hombres sabios como Melchor,
Gaspar, Baltasar y Azkabán, los cuatro Reyes Magos que, por mucho que le pese a
Benedicto XVI, no eran andaluces, sino hombres de todo el mundo y portadores de
los saberes perdidos de la biblioteca de Alejandría… pero ante todo, portaban
la bondad de la verdadera sabiduría perdida entre la avaricia de una nueva fe,
camuflada con los nombres de todas las religiones: al becerro de oro.
Esta Navidad alumbra a los demás con tu luz y
si juntamos de nuevo nuestras luces haremos que aquel niño que redimió a la
humanidad de todos sus pecados, no muriese después en vano.
Imagen tomada de www.fonditos.com
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