Isaac Asimov
inventó las tres leyes de la robótica que luego han servido a otros
escritores de Ciencia Ficción, pero que muchos científicos, además, han coincidido en
decir que, el día que seamos capaces de crear robots tan avanzados como los que el
maestro usaba en sus obras, sin duda tendríamos que pensar en introducir esas
tres leyes u otras similares.
Pero Asimov, en sus
últimas obras, fue mucho más allá, cuando sus dos robots protagonistas, Giskart
y R Daneel Olivaw, inventaron la ley cero de la robótica. Una ley que antepone
la humanidad en general, como un único ente, a la integridad de una sola persona
o grupo de ellas. La ley cero implicaba un nivel de conciencia superior y un
acercamiento al comportamiento de los dioses.
Giskart, con el
tiempo, ha adquirido aptitudes telepáticas e incluso es capaz de sentir las
emociones, lo que le da ese nivel de conciencia superior. En base a esto, un
buen día comprende que el ser humano no puede quedarse a vivir siempre en el
planeta Tierra debe conquistar el
Universo para crecer. Así que, en base a esa ley cero, crea un proceso que
aumenta progresivamente la radiactividad del planeta, obligando a los seres
humanos a ir abandonando, poco a poco su planeta originario.
Giskart, con la
inestimable ayuda de su amigo R Daneel Olivaw, cumplen con la ley cero, sin
embargo, el nivel superior de Giskart le ayuda a entender su violación de la
primera ley, aquella que le impide dañar a los humanos. Giskart ha podido
captar el sufrimiento por tener que abandonar el Planeta Azul de muchos individuos.
Esa conciencia de haber violado la primera ley le inutiliza y le mata en una
agonía con la que transfiere a R Daneel Olivaw todos sus conocimientos.
Es así como Asimov,
en “Fundación y Tierra”, termina de unir sus dos grandes sagas, la de la Fundación
y la de los Robots. Pero hay un mensaje nada oculto de quien ningún futuro
posible dejó sin imaginar.
Imaginemos el
juramento hipocrático que supuestamente hacen todos los médicos. Y digo
supuestamente porque en la actualidad son muchos los que han supeditado su
juramento y su carrera a las necesidades económicas de aseguradoras médicas,
mutuas patronales y demás monstruos comedores de seres humanos.
Pues bien, que
pasaría si un grupo de médicos comprendiera que en sus manos está el llevar ese
juramento hipocrático un grado más allá y decidieran curar la enfermedad y el
sufrimiento de la humanidad antes que el de solo individuos. Bien pudiera ser
que esos médicos prescribieran venenos de muerte placentera a toda clase de
psicópatas políticos y financieros de los que ahora controlan el mundo
fabricando guerras, robando hogares y llevando a la sociedad al canibalismo y
la aniquilación de los menos afortunados.
Puede que tras los
dos robots de sabiduría infinita que nos legó Asimov, también exista una guía que
nos lleve a considerar leyes superiores a las que ahora nos controlan y que
recen, como la ley cero, que la humanidad se ha de preservar por encima de
algunos individuos.
Imagen extraída de http://horafalsa.blogspot.com
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