jueves, 3 de junio de 2010

Elogio de la pedantería.


Hace cincuenta años los pedantes de paño fino parloteaban de Shakespeare, Lord Byron y Victor Hugo. Eran tiempos más castizos y no necesitábamos viajar allende nuestras literarias fronteras para hallar los paradigmas de escritura. Tiempos en que lo normal era escoger entre el Siglo de Oro o el Romanticismo, aunque siempre había algún perdonable revolucionario que desenterraba las dos “Generaciones”, que entre muertos y desterrados ya no eran contemporáneas del hoy que fue ayer. Pero llegaron los melenudos sesenta con un pañuelo en el cuello y, por hartura de puertas cerradas, los ojos juveniles de aspirantes a intelectuales pusieron sus ojos en nuevos gigantes extranjeros. Para ello aceptaron lecturas acríticas y observaciones de otras lenguas que apenas entendían.

Olvidados quedaron los Cervantes, Calderones, Quevedos y Góngoras, se tacharon de cursis a los Bequers y Esproncedas y mutilados Shakespeare, Byron y Hugo. Aquella generación, que se rió de Rosalía de Castro, subió a los altares a Rimbeau y James Joyce. Cantó las gracias ignotas de los nuevos ídolos de oro y sobre esa piedra construyó su iglesia.

La vulgar década de los ochenta pareció poner las cosas en su sitio. Más por la apertura de fronteras (y de miras) que por la ignorancia que muchos creen asociada a la vulgaridad. Nuestros ojos se bañaron de una nueva literatura que crecía en nombre en una pantalla. Crecimos y nos multiplicamos… como los melones en la huerta de tío Paco.

Abiertos los melones, los nuevos intelectuales se pasearon por los foros que les resultaban más ajenos hasta eclipsar las seiscientas veinticinco líneas.

¿Murió la pedante juventud? Antes llorarán las margaritas en el jardín de Moka. No murió, sólo se hizo vieja y arrugada. Y entre cada pliegue de esa piel se escondió la envidia, la injuria y la inquina… de donde años atrás hacia tersas caricias la esperanza.

¿Cómo voy a respetar esa horda de excelsos escritores si nunca soporté al autor de “el Aleph”? Porque fue Borges el que dio la pista de lo excelso de Joyce. Como masturbador de la Enciclopedia Británica, confundió sus guisos con los de los autores ingleses y que francés más inglés que Rimbeau que eligió Londres para vivir dos años de juvenil aventura homosexual, quince antes de que Jack el destripador aterrorizara sus calles. Y el irlandés más inglés que escribió sobre una Eire sin duendes y cervezas que perdieron su espuma para ser más hiel que alé.

Si he de ser así, por aquellas plumas bendecido para gozar de la intelectualidad, bienvenida sea mi vulgar pedantería. Pues quiero ser dueño de mis gafas más que felicitado por tener unas ideas tan sumamente compartidas.

6 comentarios:

Andreu Romero dijo...

Mejor unas gafas viejas y polvorientas... que unas de pasta. ¿No?

vhonkhamy dijo...

Poco debe importar el tipo de gafas. El pedantón clasista se fija demasiado en su vestuario, casi más que en las abras a las que critica. El pañuelo al cuello en los sesenta, la chaqueta de pana en los setenta... como si las formas físicas incrementaran su credibilidad... o, tal vez, su seguridad en ellos mismos.
Todos hemos sufrido la lacra de sus críticas sin sentido y le hemos visto rezar a esos ídolos de barro en postración mecana.
¡Viva la pedantería sin corsé!

David Gómez Hidalgo dijo...

Es que hoy en día casi no eres nadie en los cafés literarios si no te has tragado el Ulises de Joyce.
Un día casi se me pasa por la cabeza, no por ser alguién, si no por comprobar por mi mismo todo aquello que había sentido. Pero el consejo de mi tutor de EGB me hizo desistir de la idea.

Uf, no a las gafas de pasta, como mínimo en mi caso, que se me caen con el sudor, jajajaja.

Saludos

Recomenzar dijo...

Muy lindo blog me he deleitado con el encuentro...me voy pensando volver............
jazmines despues del encuentro.

vhonkhamy dijo...

No sabía que aún existieran los cafés literarios, creía que los últimos se habían reconvertido en McDonal's allá por los 80. Debo estar realmente fuera de onda. Pero sin duda lo del Ulises es una verdad como un templo. Si realmente quereis leer algo de Joyce que no se quede atravesado en el cuello, probad con "Dublineses", no es ninguna maravilla, pero entre bostezo y bostezo te puedes ir enterando de algo. No pongo en duda que sea un gran escritor en lengua inglesa, despues de todo mi inglés siux con mortadela, no me permite juzgarle, eso sí, sus traducciones son un muermo.
Respecto a Rimbeau, más de lo mismo. Aunque ciertamente si he podido apreciar algo de su estilo en francés (que tampoco domino demasiado), opino que sus traducciones son un enorme despropósito. De lo leído hasta ahora, en poemas traducidos sólo salvaría a Tagore.
Definitivamente, Bolzano, tu profesor de EGB debía ser un sabio.
Por cierto, que manía con poner gafas de pasta al pedantón oficial, eso no queda más bien para el tecnofriki.
En cuanto a RECOMENZAR, gracias por el cumplido y ya sabes que estas invitada, siempre que quieras, a este humilde espacio al otro lado a sólo 6 horas de Miami (a la velocidad angular de seis grados a la hora).

vhonkhamy dijo...

Gracias a los que habeis hecho de este artículo un referente en varios sitios de Internet.
Sin saberlo he estado a punto de ganar un premio por él... pero, al final, no pudo ser.
Insisto, gracias.