Rebelde fui.
Tocado por el dedo
del diablo,
negándome a comulgar
con ruedas de molino
tan pronto tomó la
vida un cierto sentido.
Rebelde, sí,
mas no un bandido.
El mundo me hizo ver
que solo con querer
nada podría.
El mundo me hizo
hacer
todo lo que el poder
me disponía.
Por eso me negué
en redondo a obedecer.
Era mi día.
Y me dije
que rebelde había de
ser
si no moría.
Montañas y castillos
levantaron a mi paso,
mas mi voz buscó
entre sus grietas
el camino de las
piedras
hasta escuchar más voces
que anhelaban la
libertad…
La libertad.
Fui el agua que se
hiela entre las grietas,
el eco que reverbera,
el viento que
desgasta,
la lluvia que
arrastra,
y la esperanza
que hace aflorar
la olvidada rebeldía
de la adolescencia.
Rebelde fui
y rebelde soy,
mas no un bandido.
Luchar sí,
pero siempre
evitando el
sinsentido.
Rebelde, sí,
mas no un bandido.
“Y cuando caigan las
murallas no reiré pues mucha sangre habrán costado, solo seré feliz cuando
nazca una flor entre sus piedras”.
1 comentario:
Estupendo poema que deja clara la diferencia entre el bandido y el rebelde, que siempre con una causa noble se enfrenta al poder establecido y a favor de la justicia.
Esperemos que terminen por caer esas murallas.
Saludos.
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