Estimados
señores:
Antes
que nada quiero dejar claros algunos conceptos. Un asesino puede ser alguien
honrado, pero como el resto de personas también tiene que comer. Y, qué
narices, tiene mucho más gastos que la mayoría de oficios. Al menos esa es la
diferencia entre alguien como yo y uno de esos chapuceros que trabajan para las
mafias y deshonran nuestro oficio milenario.
Un
asesino que se precie no puede tener ningún incentivo más allá del económico,
pero si de verdad quiere sobrevivir en esto sin que su trabajo se cuele en
otras facetas de la vida, debe conocer alguna maldad de su objetivo que le
permita deshumanizarlo lo suficiente como para olvidarse de él una vez finiquitado. Así pues, el aspecto emocional no
es nunca despreciable.
Muchos
asesinos dejan una firma en cada trabajo. Esos no son más que unos aficionados
que disfrutan con el acto de matar. Son lo peor de esta profesión y siempre que
me cruzo con alguno de ellos hago lo posible para que las fuerzas del orden lo
descubran. Solo un asesino que detesta su trabajo es la garantía de que no
morirán inocentes ni sufrirán innecesariamente las víctimas.
Después
de todo, la profesión de asesino puede ser tan honesta y honrada como cualquier
otra. Solo es cuestión de planteárselo así y trabajar concienzudamente sin
permitir que ninguna perversión altere la profesionalidad y humanidad necesaria
para este trabajo.
Es
cierto que aquellos que solicitan nuestros servicios nunca pueden ser buenas
personas. Ordenar la muerte de un ser vivo jamás puede ser un acto de bondad,
como tampoco lo es ejecutar una hipoteca, ordenar un despido, gobernar contra
el pueblo, blanquear dinero, reprimir mediante la religión... pero es una
necesidad humana y como toda necesidad humana, buena o mala, necesita de buenos
profesionales para llevarlas a cabo en las mejores condiciones y dentro de unos
preceptos éticos y morales adecuados. De este modo, igual que no concebimos un
mundo sin jueces, ejecutivos, políticos, banqueros, curas... los asesinos somos
igualmente necesarios ¿De qué otro modo podría equilibrarse la balanza de la
sociedad y el poder?
Nunca
antes había intervenido en una conversación donde se hablara abiertamente de mi
profesión ya que mi punto de vista podría haber alertado sobre mi condición,
pero el presente anonimato me permite ofreceros, aquí y ahora, el punto de
vista que os faltaba por conocer.
Sobre
la moral del buen asesino quiero insistir ahora. Personalmente nunca aceptaré
un trabajo donde se me pida provocar un padecimiento mayor a la víctima. Soy un
asesino, no un torturador. No cuestionaré el trabajo de los profesionales de la
tortura, pero estoy convencido que permanecer tanto tiempo junto a personas que
sufren por tu causa tiene que afectarte, a la larga, como ser humano. Si además
de torturar, al final acabas con la vida de la víctima, es un acto tan terrible
que no me atrevo ni a imaginarlo.
No. Yo
solo mato limpiamente y para ello uso cualquier cosa que me facilite el trabajo
a mí y el deceso a la víctima. Por eso me cuesta tanto entender a otros oficios.
Como es posible que un gobierno que se enfrenta una grave crisis económica y se
ve forzado a llevar a cabo unos enormes recortes contra su pueblo, pueda al
mismo tiempo imponer nuevas leyes sentenciosas que repriman más a su pueblo
mediante la ideología. Ese mismo gobierno, que sacrifica a la extrema
precariedad a sus ciudadanos más desfavorecidos, puede permitirse, a un tiempo,
apoyar, con el dinero arrebatado a quien más lo necesita, a grupos religiosos,
banqueros y hasta a especuladores financieros y señores del vicio y el juego.
Digamos que ese gobierno, desde el punto de cualquier profesional, es un
impresentable, y sus miembros incapaces de poseer el mínimo de humanidad para
considerárseles personas.
Dicho
todo esto, pueden ver que ya estoy preparado para llevar a término mi objetivo.
Hagan sus ofertas en el lugar indicado y, en caso de aceptar, un pago previo y
otro tras cumplir con lo pactado.
Y
tengan por seguro que solo un profesional puede solucionar lo suyo.
Atentamente: La Sombra.
1 comentario:
Muy buen ejemplo comparativo, sin duda. Un profesional de la muerte, es sólo eso, un profesional, mientras que las grandes élites, para serlo y mantenerse, necesitan del robo y del saqueo continuo, de la muerte de miles de inocentes, de crear y mantener guerras para su beneficio, de eliminar derechos a los ciudadanos con los que a diario se cruza, de mantener a su propia guardia pretoriana para su seguridad, de aplastar rebeliones que pidan justicia y pan..., pero son los únicos que se pueden permitir pagar los servicios de un profesional.
Un abrazo.
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