Se mustian los sueños
se agrian los recuerdos
y las firmes cadenas de montañas
agrietan sus costuras
con el paso de las aguas
y la fuerza de los tiempos.
Quisimos reinar
como todos los príncipes
pero al postrar las coronas
entre mares blancos o vacios
quisimos negar lo inevitable,
que era la hora de coronar a nuestros niños.
Y, como nosotros ahora,
como nuestros padres ayer,
ellos tendrán que ceder
ante el empuje de nuestros nietos,
lo que ahora les cedemos
y también traspasarán sus sueños.
Generación a generación
las coronas se desgastan
y las joyas que ayer
parecieron magnas
mañana serán pobres,
dinastías de mendigos.
Gobiernos tuvo la Tierra
que pudieron brillar como estrellas
pero prefirieron entablar
batallas de progreso
que masticaron los relojes
y se tragaron sus huesos.
La cuna de mis niños es dorada,
la de mis nietos platino,
pero las aguas de sus ríos
bajan calladas
y en sus bosques proscritos
solo un cuervo canta.
La luna se esconde
agria de recuerdos,
marchita de sueños
pero sus lisas montañas
sonríen sin arrugas
a la Tierra que cambia.
Y un día nadie recordará
y un día nadie reinará
y un día nadie llorará
los ríos arrugarán firmes cadenas
sin sueños ni memorias.
Y un día nadie.
1 comentario:
Precioso poema y gran reflexión la que haces.
Creo que está en nuestras manos que esa joya no se desgaste aún más. Podemos hacerlo y debemos hacerlo. No vale decir que mi granito es uno y no llevará a nada.
Saludos
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