domingo, 31 de octubre de 2010

A Sánchez Dragó le han pillado, pero...


Parece ser que el polémico pasaje del libro de Sánchez Dragó y Albert Boadella, ya lo publicó el primero en otro de sus libros hace trece años. Dado que nadie se percató, sólo existe una conclusión: los que compran los libros de este autor no son capaces de leerlos. Debo reconocer que yo soy uno de ellos. Compré uno de esos libros hace años y no logré pasar de la página 40. Entonces pensé que el problema era mío, pero ahora me doy cuenta de que no es así (justo al revés que el autor) y empiezo a darme cuenta de por qué el mundo editorial está en crisis. Sin duda las editoriales se gastan demasiado dinero en autores que no lee nadie, pero son mediáticos. Ahora entiendo porque se han vendido tantos libros sobre vidas como la de Belén Esteban. La cruel realidad es que si publicaran libros con tapas bonitas y nombres de personajes mediáticos, pero las páginas en blanco, se venderían igual.

Son muchos los truños ilegibles o manipuladores que circulan por los escaparates y estantes de la librerías y, mientras tanto, autores que podrían ser interesantes, pierden la vida llamando a las puertas de editorial en editorial, recolectando su cosecha de “NOs”.

Lo triste del caso es que ha tenido que ser una cita que demuestra el bajo talante moral de un individuo que presume de lo contrario. Sánchez Dragó ni siquiera era consciente de que su expresión constituía pederastia. Encima, cuando ha intentado arreglarlo aún ha quedado peor ¿Y eso no pudo decírselo Albert Boadella? ¿O es que el excatalán también ha perdido la brújula de la moral?

Afortunadamente un hilo de esperanza se abre en las mentes de este país. Creímos que, como había ocurrido con pasadas diatribas franquistas, el apoyo de la inefable presidenta de la comunidad de Madrid, echaría tierra al asunto, pero las redes de librerías se han comportado. Con muy pocas excepciones, la mayoría de libreros han devuelto todos los ejemplares de esta obra a la editorial. Incluso Viajes Barceló ha retirado su oferta de viaje al Japón de Sánchez Dragó y ha devuelto el dinero a sus clientes. Parece que la lucha contra la pederastia funciona.

Ahora que ha pasado todo esto me vienen un par dudas… ¿Cuántos pasajes reprobables en libros de autores mediáticos habrán pasado desapercibidos? ¿Cuántos de esos libros que se venden son realmente leídos?

martes, 26 de octubre de 2010

Arturo Pérez-Reverte... y otra vez su afán de protagonismo.


Arturo Pérez-Reverte es un escritor de éxito. Sus libros acostumbran a ser muy interesantes, en cambio sus comentarios en la vida real tienen una cierta tendencia a ser algo chabacanos y ofensivos ¿Se le habrá subido el éxito a la cabeza?

Sí, seguramente debe ser eso. El autor, como ya le ocurriera a otros, ha contraído una extraña enfermedad por la que necesita hacerse ver. Como ya le sucedió a Paco Umbral, Camilo José Cela o el recientemente premiado Goytisolo, ha optado por llamar la atención siendo desagradable. Sin embargo hay en su actitud una pequeña diferencia: la cultura. Mientras sus antecedentes mostraban su mala educación con un perfecto dominio de la lengua, don Arturo la ha cagado. Y es que en sus andanadas contra el cesado ministro ha cometido un error que demuestra no estar a la altura de sus predecesores.

"Por cierto, que no se me olvide. Vi llorar a Moratinos. Ni para irse tuvo huevos".

Si el “gran escritor” hubiese tenido cultura suficiente como para no escribir de diccionario, hubiera escrito “güebos” y no huevos. Pero qué se puede esperar de un escritor artificial. Ni por un momento pensó en la razón por la que cada vez que se usa esta palabra en modo despectivo suena “güebos” y no “uebos”. El origen de esto no es la mera vulgaridad, cualidad de la que ya demostró estar bien servido, sino un arcaísmo que ya no recoge el diccionario de la RAE (aunque lo recogió hace algunos años). Al parecer la expresión “por güebos” era usada en el siglo XV como fórmula oficial para decir “por necesidad”. En los siglos XVI y XVII (que él debería conocer mejor dadas sus obras referentes a esa época) se deformó ese término hacia la valentía y no fue hasta el siglo XX, debido a la censura del franquismo, que se llevó a confusión con los elementos que distinguen a los animales ovovivíparos. De ahí a relacionarlos con las bolsas gonádicas de los machos humanos, sólo había un paso. De todas formas, nadie que haga esa referencia de forma oral, y en especial en una metáfora referente al valor, lo pronuncia como “huevos”.

Creo señor Arturo Pérez-Reverte, que su afán de protagonismo le ha llevado a demostrar que su mala educación no está suficientemente compensada con su deficiente cultura. A ver si después de todo va a ser usted “un perfecto mierda”.

Es triste que después de tan tremenda patochada aún se sienta orgulloso de verse comparado con Chuk Norris y otros frikis de la red. Si llego a saber que era usted tan borde hubiera leído sus libros su madre. Porque hasta ahora yo pensaba que usted escribía bien, pero puedo pasar sin su pluma (y las correcciones de su Microsoft Word). Después de todo tenemos la fortuna de que, en nuestro país, vamos sobrados de buenos escritores, y para voceras ya tenemos a profesionales como Belén Esteban.

Supongo que al autor le encantará esta imagen que no tengo ni idea de su origen, pero que, a falta de una versión haciendo de Chuk Norris o Belén Esteban, está muy acorde con sus actitudes en twiter.

sábado, 9 de octubre de 2010

El círculo


Después de muchos años insistiendo, unos sobre que aquella podía ser la única solución y otros el fin del mundo, hoy parecía claro que ambos habían tenido razón: el fin del mundo había sido la única solución.

Originalmente las bombas de olvido apenas habían provocado daños materiales ni personales, pero conforme se había ido extendiendo su contenido por todo el planeta, se había empezado a liberar la verdadera esencia de la humanidad.

Vimos como unos humanos armados de cruces se enfrentaron a otros con medias lunas y, a estos, frente a otros con estrellas. Todos ellos hace mucho que se mataron entre sí.

Después alguien descubrió algo apetecible y le plantó una bandera que encontró. No dejaba que nadie se acercarse y aquello fue suficiente para que todo el mundo lo quisiera. Pero defendió su posesión con todo lo que tuvo a su alcance. Su final fue una orgía de sangre donde pocos quedaron para descubrir la inútil base de aquella bandera.

Aún más tarde llegaron las ratas, pero también hace tanto que no recuerdo qué fue de ellas. Pero sí me acuerdo del silencio. Porque al final todo fue silencio y soledad hasta que llegaste tú.

--No recuerdo nada, pero sé que no quiero estar sola.

--¿Cómo te llamas?

--No lo sé.

--Te llamaré “Tú”

--Llámame como quieras mientras lo hagas cada mañana durante el resto de nuestros días.

Frente a ambos se extendía una tierra rica y llena de sorpresas. Hasta que un día, Tú descubrió un libro y también que era capaz de leerlo. En una de las páginas leyó como un hombre llamado Isaac Newton vio caer una manzana y de ello dedujo la teoría de gravitación universal. Entonces le dio un mordisco a aquellas páginas y salió corriendo para compartir aquel manjar con su compañero.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Incivismo, vandalismo y políticos varios


Estoy un poco cansado de la gente, en general, de este país. No es concretamente el incivismo, el vandalismo o el alelamiento, sino el morro que tienen.

Me explico. Cuando pillas a alguien con las manos en la masa, dejando defecar a su chucho impunemente en la acera e intentando darse el piro sin recogerlo, envistiendo con la bicicleta a los transeúntes o simplemente tirando un papel al suelo, la respuesta siempre es la misma: insultar, vilipendia, amenazar e incluso, en algún que otro caso, intentar agredir al ciudadano que está advirtiéndole de su falta. Y no vaya a creer que el ciudadano que hace de Pepe Grillo tiene que ser necesariamente agresivo en su protesta. Puede llamarse al orden con toda la cortesía y delicadeza que uno pueda llegarse a imaginar que el infractor responderá mayoritariamente haciendo una defensa numantina de su inapropiada causa. Y lo que es peor, en un porcentaje tristemente alto, no tendrá tanta delicadeza con la persona que pretende llamarle al orden.

Créanme si les digo que esto no es cuestión de edades, no hay diferencias en ese punto. Claro que en los últimos años la cosa ha podido empeorar con los ejemplos televisivos que nos reinan.

Cuando veo en los noticiarios los informes sobre actuaciones policiales en supuestos casos de corrupción, creo que los acusados saldrán rápidamente a intentar demostrar su inocencia… ¡iluso!

Cuando se levanta la liebre sobre un más que presunto caso de corrupción, lo primero que hacen esos políticos es tender una cortina de humo. Estoy harto de ver a la Cospedal lanzando sus andanadas contra el gobierno, la prensa y la madre que los parió a todos, pretendiendo que una investigación de posible robo a toda la ciudadanía pase como una persecución política… precisamente ellos. Estoy harto de ver como abusan de artimañas de película para cargarse pruebas más que lícitas (aún a costa de que luego puedan aprovechar sus tretas otros delincuentes comunes y terroristas). Tretas que implican a grupos de probada ideología antidemocrática, jueces y fiscales sospechosos, y eliminación de funcionarios que no les son afines con un dominio de poderes no vistos desde tiempos de Al Capone. Por supuesto, todo esto lo hacen bien a la vista y cabrea, pero aún enfurece más ver cómo queda como algo legal gracias al potencial de todo este aparato antidemocrático.

Así vemos como políticos de dudosa honradez como quedan libres y siguen manejando el dinero de todos los españoles con total impunidad.

Eso es incivismo, eso es vandalismo. Después podemos ver como un joven encapuchado revienta el cristal de una tienda aprovechando la manifestación que circula a dos metros de él, pero debajo de la capucha, además de ese individuo están todos los políticos corruptos, los jueces, fiscales, abogados, inspectores de hacienda, etcétera, que han hecho la vista gorda, la señora que abandona los regalitos de su perro, al ciclista que hace eslalon por las aceras, el motorista que arranca cuando empieza a parpadear el verde de los peatones, los padres que pasan un semáforo en rojo con sus hijos, el tipejo que fuma en el ascensor, el imbécil que llena de adhesivos de cerrajeros las persianas de la calle, la puerca que deja caer mondas de patata al patio de luces, el borrachín del sábado que se mea en la esquina, el chorras que no sabe ni hablar dos palabras sin decir un taco y le saca la correa a su chucho criminal en medio del parque infantil, el psudoperiodista de turno que aprovecha telefacha para lanzar sus mensajes llenos de rencor visceral y medias verdades asfixiantes…

Cuando el vándalo se quita la máscara todos quieren acusarle con el dedo, pero es que aquí las piedras no las lanzan los inocentes, sino aquellos que tienen más fuerzas. Y al lanzarla piensan: “una piedra menos”.

Imágenes tomadas de www.elpais.es

domingo, 3 de octubre de 2010

Wilt

El escritor Alfredo Conde dice que “escribir es robar vida a la muerte”, pero yo opino que sólo es intentarlo. Para lograr esa hazaña debemos conseguir que alguien sienta placer al leernos. Ya estoy un poco cansado de esos grandes escritores que sólo escriben para sí mismos. Harto de la grandilocuencia, del intimismo superlativo, de la prosa poética en espiral que gira y gira en abusivos circunloquios hasta la nausea obligada.

En resumen, estoy hastiado de grandes libros que no me dicen nada. Antes, por lo menos podía refugiarme en un insulso best seller, ahora ni eso. La novela ñoña de amor, el libro de historia inventada, las “cachuli story’s”, las copias de las copias y las historias de vampiros casposos, llenan los estantes de las librerías de obras que, antes de alcanzar la página cien ya has deseado romper sus páginas para usarlas como papel higiénico. Pero tampoco sirve, sus relatos están tan rígidos que desgarran hasta la más recóndita de las hemorroides.

Por eso en las últimas semanas he preferido rebuscar entre los libros que compré hace tiempo y me olvide de leer. Y es ahí donde encontré dos joyas únicas par el disfrute: “Wilt” y “Las tribulaciones de Wilt” de Tom Sharpe. Posiblemente no constituyan obras maestras de la literatura, pero, sin lugar a dudas, son dos obras escritas pensando únicamente en el disfrute de los lectores. Todos los tonos del humor se arremolinan en sus páginas, recordando, en los instantes más surrealistas, los programas televisivos de los también británicos (o tal vez debiera decir ingleses) Monthy Pyton.

Si alguien desea seguir mis pasos quisiera hacerle una advertencia. Tengan cuidado al leer estas obras delante de terceras personas, pues es posible que lleguen a tomarles por locos. Sobre todo si no son capaces de aguantarse la risa en algunos de los hilarantes pasajes de la obra. Como en mi imagen ya estaba bastante dañada con anterioridad, esta circunstancia no supuso ningún problema, pero tal vez ustedes si tengan una reputación que mantener. En tal caso procuren ser prudentes con su lectura.

Entrando en la temática de los libros, tienen tres grandes protagonistas. El principal es Henry Wilt un flemático individuo lleno de extrañas fantasías, entre treinta y cuarenta años y que yo imagino como una extraña mezcla entre Larry Niven y Rex Harrison. Las aptitudes verbales, tanto como las actitudes, de Henry Wilt para explicar sus acciones y sus situaciones son la clave de las historias. Henry es una extensión del propio autor ya que en ocasiones es una extensión del m ismo lenguaje.

El segundo personaje es Eva, la esposa de Henry, y como dice en más de una ocasión su propio marido es una fuerza de la naturaleza. El personaje cambia bastante de un libro a otro, pero en ambos casos la ecuación Eva más Herry igual al caos más desmadrado que se pueda imaginar. Tom Sharpe, a pesar de lo raros que son ambos, logra hacer identificarse al lector con los dos. En unos momentos logra que te veas como Henry y en otros como Eva. Aunque Eva y Henry son, seguramente, únicos.

Por último tenemos al comisario Flint. El policía es el que termina por sublimar todos los desastres. Hay más personajes que representan ese papel en momentos determinados, pero Flint es la verdadera antítesis de Henry y sus actitudes tan rígidas provocan algunas de las situaciones donde es más difícil evitar las carcajadas en voz alta.

Como no puede ser de otra manera recomiendo ambos libros, aunque sé que no podréis alargar la lectura de ambos más allá de una semana.